El tratamiento láser permite destruir el pigmento sin causar daño en la piel, ya que la irradiación de la luz es de nanosegundos, con lo que solamente actúa sobre la tinta y no sobre el tejido circundante, evitando así cicatrices ni marcas de ningún tipo.
Se emite un haz de luz que se dirige directamente a las partículas de tinta, las fragmenta en otras de tamaño inferior y se eliminan a través del sistema linfático.
Los resultados de las sesiones de láser se pueden comenzar a apreciar de forma inmediata, tras la primera sesión. Sin embargo, para poder observar el resultado definitivo se debe dejar pasara al menos 4 semanas desde la última sesión. Durante este periodo, el organismo elimina los pigmentos de tinta a través del sistema linfático.